lunes, 14 de mayo de 2012

Entra el infierno verde a campaña de reforestación electoral


Arrancan los procesos estatales en medio de una disyuntiva entre el camino de la alternancia y el del cambio generacional 

Luis Enrique Martínez / luisenriquemarh@hotmail.com


Con un Tabasco convertido en un verdadero infierno ya no tan verde arrancan las campañas de proselitismo electoral para elegir gobernador y alcaldes y mudar el Congreso estatal.
Aunque la campaña federal cumple este lunes 46 días de promover el voto en todo el país, localmente no trasciende más allá de la guerra tierra-aire. Una de dos: o la ciudadanía persiste en su apatía o los candidatos carecen del carisma para calentar la plaza.
En ese contexto, la segunda visita de Enrique Peña Nieto impone un relanzamiento electoral con el inicio de la campaña de Jesús Alí de la Torre como  candidato del PRI a la elección de gobernador. Se trata de sacar del abotagamiento no sólo a los indecisos sino a la mayoría del millón 578 mil 997 ciudadanos con credencial para votar.
No es fortuito ni casual el interés del abanderado de la coalición Compromiso por México. Aquí está uno de los seis bastiones electorales que el PRI mantiene en el país a pesar de la alternancia en el poder ampliada tras los comicios federales de 1988. 
¿Alternancia o cambio genera­cio­nal? Este dilema ciudadano privará durante los 45 días de la campaña estatal para definir el futuro de los dos millones 238 mil 818 habitantes del estado. Una población prevista para bordear los tres millones para 2013 si se mantiene el ritmo de crecimiento demográfico anual de 2.8 en la entidad.  
Cuando llegue el verano la primavera electoral habrá trascurrido en medio de las propuestas de los candidatos de las coaliciones locales del PRI-PVEM-Panal y PRD-PT-Movimiento Ciudadano. Además del solitario abanderado del Partido Acción Nacional (PAN).
La oferta de las alianzas tiene como origen al PRI. En tanto que la panista emerge del empresariado dispuesto a incursionar en la administración pública estatal sin desvincularse de un incipiente conservadurismo promovido por el clero católico para enfrentar el pasado garridista.
Arturo Núñez Jiménez y Jesús Alí de la Torre alimentan el morbo de la opinión pública por saber si se cumple el axioma universal según el cual el alumno supera al maestro. Pero también representan el pasado y el presente de Tabasco.
No sólo en el físico ni en las canas se notan las diferencias de edades de ambos. Surgido de la camada de políticos promovida por el gobernador Mario Trujillo García, Núñez Jiménez agrupa a su alrededor a personajes nacidos hace 64 años o más.
Jesús Alí no sólo es 15 años menor —apenas en abril cumplió 49— que su principal adversario, sino que es la cabeza de una generación de políticos forjados en el último tercio del siglo 20: Manuel Andrade Díaz, Pedro Jiménez León, Benito Neme Sastré, Luis Felipe Graham Zapata, Francisco Herrera León, Adrián Hernández Balboa, Evaristo Hernández Cruz…   
Una pléyade de personajes que no vieron caer al gobernador Manuel Bartlett Bautista en 1955 pero sí atestiguaron la de Salvador José Neme Castillo en 1992. Ambos pasajes históricos son recuerdos de Núñez Jiménez y contemporáneos.
La oposición en Tabasco cogobierna con el PRI desde 1992. La excepción a la regla municipal a la que en 2009 se adhirió el PAN son los ayuntamientos de Centro y Tacotalpa. Y, por supuesto, el poder Ejecutivo estatal.
La disyuntiva ciudadana estriba en la experiencia que en los gobiernos municipales y en el propio Congreso estatal ha dejado la alternancia política: en nada las autoridades del PRD o el PAN se diferencian de las emanadas del PRI. Elección tras elección suceden cambios de estafeta de unos a otros sin que la realidad social y económica de esas demarcaciones cambie.
Es más de lo mismo, dicen.
Y ese enunciado es el que lleva a Víctor Manuel López Cruz —dirigente estatal del PRI al inicio de la administración de Neme Castillo— a pronunciar lo que sería el epitafio de las izquierdas si no ganan la elección de gobernador del 1 de julio venidero:
“Si con todo y sus novatadas gana el PRI, entonces nos tenemos que despedir como opción generacional de gobierno”, dice en un intercambio de opiniones con el reportero ocurrido en marzo pasado.
La crítica a los errores cometidos en la imposición de Miguel Ángel Romero Pérez en la dirigencia estatal del PRI y durante la elección de su candidato a gobernador fue una plática de sobremesa en la que también participó el diputado federal Pedro Jiménez León.
“A ver, evidencias…”, pidió molesto el dirigente del Movimiento Ciudadano cuando se expuso que en medio del escándalo político permanente que vive Tabasco está la mano de Roberto Madrazo quien, con la deserción de priistas allegados, infla al PRD pero sin dañar al PRI. 
Más mesurado, con mejor oficio político, además demostrando una pluralidad ideológica forjada a lo largo de su vida, López Cruz se propuso analizar a profundidad la realidad política de la entidad.
No es oficial pero López Cruz es uno de los integrantes del cuerpo de asesores del candidato de las izquierdas. Es parte de ese innúmero de tránsfugas priistas que engrosaron las filas de la oposición, particularmente las del PRD, por despecho. 
Contra lo esperado, la migración de militantes no ha fortalecido a la oposición pero tampoco ha debilitado al PRI. Ahí están los resultados en los comicios de gobernador de 1988 a la fecha. Salvo lo ocurrido en 1992 como efecto del “Éxodo por la democracia”, la hegemonía priista se mantiene.
Y para no perderla es que viene una vez más, con una diferencia de 19 días, el candidato presidencial del PRI.
La disputa por el voto paisano será en las 1 mil 133 secciones electorales del estado. A uno como a otros importa el electorado de los municipios más poblados como son Centro, Cárdenas, Comalcalco, Huimanguillo, Macuspana, Cunduacán y Nacajuca. Traducido a ciudadanos equivale a más de un millón de votos.
Con menos de la mitad de esos votos se gana la elección de gobernador. Pero si se trata de sepultar el 2006, entonces la concurrencia y la redistritación electoral exigen más que la presencia de Peña Nieto.
El mejor blindaje de los candidatos del PRI es que la caballada opositora está flaca. Mejor dicho, es un reciclaje que ofrece, según hechos conocidos por la opinión pública, más de lo mismo.  

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