“Hay PRI para rato”, aseguró la cúpula partidista en la toma de protesta de su candidato a gobernador
Luis Enrique Martínez / luisenriquemarh@hotmail.com
Luis Enrique Martínez / luisenriquemarh@hotmail.com
Con los ojos desorbitados, manos empuñadas en lo alto, además del mentón, Jesús Alí de la Torre, sorprendido ante un rebosante teatro al aire libre del Parque Tabasco, repetía para sí: “¡Este es el voto…!” Sonriente, entusiasmado, paneaba la mirada por todo el aforo y volvía a balbucear: “¡Este es el voto!”.
De un salto bajó de la tarima. A ras de piso saludó a los ocupantes de la primera fila. Recibió peticiones. Hizo recomendaciones a Manuel Zapata Jiménez y volvió a subir al estrado. Una vez más agitó los puños sobre su cabeza y, antes de reunirse con Pedro Joaquín Coldwell, dio instrucciones al fotógrafo Jonathan Gómez.
“¡Marisa, Marisa… dice el jefe que quiere a la señora (Gabriela Fojaco) adelante…!”, exclamó después el rollizo joven de la lente. Y la mujer con radio portátil volteó preocupada al fondo del teatro pero ya no pudo cumplir la orden: imposible moverse entre las 15 mil almas que abarrotaron la sede de la XXVI Sesión Extraordinaria del Consejo Político Estatal del PRI.
Atila Castillo Cervantes y Prisciliano Zurita se alternaron para coordinar las emociones de los priistas que acudieron a la toma de protesta de Jesús Alí como candidato del PRI a la elección de gobernador.
Como en las veladas culturales de las ferias tabasqueñas, el auditorio lo componían amas de casa, campesinos, jornaleros, artesanos, obreros, petroleros, profesionales, maestros, investigadores, abarroteros, comerciantes, empresarios, etcétera. Entre ellos militantes del Panal y PVEM, encabezados por Juan Jacinto Bautista y Patricio Bosh Hernández.
Fernando Rosas Cortés anunció que en el lugar se encontraban 553 consejeros políticos. Un aeroplano de color azul apareció en el horizonte dando vueltas y vueltas. Jorge Maney y su Grupo Cachumbeo falló en la organización de la tradicional ola mexicana: la gente estaba metida en el jolgorio partidista.
Y fue desbordante la algarabía cuando Jesús Alí saludó a Luis Felipe Graham y a Florizel Medina Péreznieto; a los ex gobernadores Roberto Madrazo Pintado y Manuel Andrade Díaz y, después, a Benito Neme Sastré. La familia priista estaba ahí; en la tarde nublada del lunes 5 de marzo.
“¡Hay PRI para rato!”, proclamó Miguel Alberto Romero antes que el dirigente nacional priista tomara la protesta protocolaria a su correligionario: “¡Sí, protesto!”, exclamó Jesús Alí, con el brazo izquierdo en todo lo alto, a las 18: 31 horas, es decir 18 minutos después de ingresar al teatro en medio de una extensa valla humana.
Así se convirtió en el segundo orador del acto. De esa manera, reiteró su credo por Tabasco y por el PRI. Interrumpió su intervención cuando del ala izquierda del aforo, el grito de los jóvenes fue ensordecedor. Después de tomar un sorbo de agua, también se manifestó como la esperanza de los jóvenes y mujeres de la entidad.
Y tras hacer un reconocimiento público al gobernador Andrés Granier Melo, empezó a caer una menuda llovizna que llevó al orador a decir: “Estoy seguro que está lluvia es presagio de bendiciones…”.
En el presídium, Miguel Ángel Osorio Chong y Pedro Joaquín Coldwell intercambiaron impresiones. Más adelante, éste último clausuraría el evento a las 18: 51 horas. Fue la orden para que los bazucazos de papel aluminio cortado en colores rojo y verde fueran el colofón de la fiesta priista.
—Senador ¿al PRI no le da miedo enfrentar a Arturo Núñez Jiménez?, preguntó el reportero al dirigente priista cuando desalojaba la zona del evento.
Pedro Joaquín escuchó la pregunta sin dejar de caminar. Al cabo de unos minutos, detuvo el paso y respondió: “Las hazañas no se hacen con miedo, joven…”.
Adentro del escenario, hombres y mujeres arriesgaban el físico para subir a la plataforma donde Jesús Alí seguía recibiendo el apoyo de sus correligionarios.
Ya era el candidato oficial del PRI a la elección de gobernador del próximo 1 de julio.
De un salto bajó de la tarima. A ras de piso saludó a los ocupantes de la primera fila. Recibió peticiones. Hizo recomendaciones a Manuel Zapata Jiménez y volvió a subir al estrado. Una vez más agitó los puños sobre su cabeza y, antes de reunirse con Pedro Joaquín Coldwell, dio instrucciones al fotógrafo Jonathan Gómez.
“¡Marisa, Marisa… dice el jefe que quiere a la señora (Gabriela Fojaco) adelante…!”, exclamó después el rollizo joven de la lente. Y la mujer con radio portátil volteó preocupada al fondo del teatro pero ya no pudo cumplir la orden: imposible moverse entre las 15 mil almas que abarrotaron la sede de la XXVI Sesión Extraordinaria del Consejo Político Estatal del PRI.
Atila Castillo Cervantes y Prisciliano Zurita se alternaron para coordinar las emociones de los priistas que acudieron a la toma de protesta de Jesús Alí como candidato del PRI a la elección de gobernador.
Como en las veladas culturales de las ferias tabasqueñas, el auditorio lo componían amas de casa, campesinos, jornaleros, artesanos, obreros, petroleros, profesionales, maestros, investigadores, abarroteros, comerciantes, empresarios, etcétera. Entre ellos militantes del Panal y PVEM, encabezados por Juan Jacinto Bautista y Patricio Bosh Hernández.
Fernando Rosas Cortés anunció que en el lugar se encontraban 553 consejeros políticos. Un aeroplano de color azul apareció en el horizonte dando vueltas y vueltas. Jorge Maney y su Grupo Cachumbeo falló en la organización de la tradicional ola mexicana: la gente estaba metida en el jolgorio partidista.
Y fue desbordante la algarabía cuando Jesús Alí saludó a Luis Felipe Graham y a Florizel Medina Péreznieto; a los ex gobernadores Roberto Madrazo Pintado y Manuel Andrade Díaz y, después, a Benito Neme Sastré. La familia priista estaba ahí; en la tarde nublada del lunes 5 de marzo.
“¡Hay PRI para rato!”, proclamó Miguel Alberto Romero antes que el dirigente nacional priista tomara la protesta protocolaria a su correligionario: “¡Sí, protesto!”, exclamó Jesús Alí, con el brazo izquierdo en todo lo alto, a las 18: 31 horas, es decir 18 minutos después de ingresar al teatro en medio de una extensa valla humana.
Así se convirtió en el segundo orador del acto. De esa manera, reiteró su credo por Tabasco y por el PRI. Interrumpió su intervención cuando del ala izquierda del aforo, el grito de los jóvenes fue ensordecedor. Después de tomar un sorbo de agua, también se manifestó como la esperanza de los jóvenes y mujeres de la entidad.
Y tras hacer un reconocimiento público al gobernador Andrés Granier Melo, empezó a caer una menuda llovizna que llevó al orador a decir: “Estoy seguro que está lluvia es presagio de bendiciones…”.
En el presídium, Miguel Ángel Osorio Chong y Pedro Joaquín Coldwell intercambiaron impresiones. Más adelante, éste último clausuraría el evento a las 18: 51 horas. Fue la orden para que los bazucazos de papel aluminio cortado en colores rojo y verde fueran el colofón de la fiesta priista.
—Senador ¿al PRI no le da miedo enfrentar a Arturo Núñez Jiménez?, preguntó el reportero al dirigente priista cuando desalojaba la zona del evento.
Pedro Joaquín escuchó la pregunta sin dejar de caminar. Al cabo de unos minutos, detuvo el paso y respondió: “Las hazañas no se hacen con miedo, joven…”.
Adentro del escenario, hombres y mujeres arriesgaban el físico para subir a la plataforma donde Jesús Alí seguía recibiendo el apoyo de sus correligionarios.
Ya era el candidato oficial del PRI a la elección de gobernador del próximo 1 de julio.
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