martes, 14 de febrero de 2012

¿La señora presidenta?


Concluido el proceso interno del Partido Acción Nacional, camino a la contienda por la Presidencia de la República, se ha generado un escenario más que interesante —con la virtual candidatura de Josefina Vázquez Mota— que pone a prueba las diversas costumbres de las que se caracteriza la mayoría de la sociedad mexicana.
Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com

Existe aquél grupo social que suspira por ver a una mujer posicionarse en tal escaño político; grupos feministas que han luchado por conseguir espacios al género en cualquier ámbito de la vida. Es la cereza del pastel que le daría al gremio femenino el fistol del triunfo hacia el futuro.
Hay escépticos que por el simple hecho de ser mujer consideran que sus procesos hormonales podrían generar un gobierno altamente “emocional” tendiente a un desequilibrio mayor que el ostentado por el voluble Felipe Calderón.
Hay los que al margen de sexismos, le otorgan una ficha de confianza, pues su imagen convive perfecto con la de una mujer seria, trabajadora y preocupada por su familia. El trabajo de mercadotecnia tiene éxito.
También hay el sector informado y consciente que no opera por cuestión de géneros ni pasiones. Analiza las trayectorias de los presidenciables rumbo a la contienda electoral y arrugan el entrecejo porque los números que arroja la señora no la distinguen con eficiencia institucional.
Gracias a la contienda panista, Ernesto Cordero destapó información que había pasado desapercibida para todo México: que durante su desempeño al frente de la Secretaría de Desarrollo Social simplemente no atendió el rubro “pobreza” con el sentido de responsabilidad debida y que apenas tuvo el 8% de presencia en sus actividades legislativas.
Muchos alegarán que fue imposible atender a la mar de personas en pobreza extrema, ya que cuando alimentaban a mil nacían otros mil por alimentar, a falta de adecuados programas del sector salud para ayudar a planificar las familias de los mexicanos. Vinculaciones desatendidas por el gobierno federal, justo al cual pertenece la señora.
El tema cameral, ni que decir a su favor y son los antecedentes a los cuales se le apuestan. Finalmente, son compromisos adquiridos e incumplidos, como magníficos precedentes.
Dicha aspirante se dice objeto de ataques machistas al recibir preguntas vinculadas con sus períodos menstruales, lo cual es risible porque en este país estamos acostumbradas a ello y la política fina impone redundar aspectos que representen verdaderos retos intelectuales.
Es irreductible que el machismo respeta a quien afronta el irrespeto con clase e inteligencia y es sabido que los aspirantes presidenciales, según sus lados débiles, reciben comentarios que denostan y descalifican y de ellos depende perder el tiempo en cacharlos y regresarlos u optimizarlo expresando propuestas y astucias proactivas.
Los últimos datos arrojados en encuestas le conceden más puntaje a la contendiente celeste, lo que obedece a la efervescencia intrapartidista que la mantuvo constante en los medios de comunicación, pero ahora ya no se enfrenta a sus deslucidos correligionarios.
No. Al frente tiene a aspirantes con públicos fieles y en crecimiento. Si ella quiere remontar su postura de fémina que arrastra dos sexenios confundidos, necesita más cabeza y menos sentimentalismos y/o chantajes propios de género. He ahí el meollo del asunto.

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