Sí hay apoyo gubernamental, pero falta más compromiso de los productores y el interés de las nuevas generaciones, sostiene funcionario de esa dependencia federal Segunda y última parte
Samuel L. Soto Giles / gi_les@hotmail.com
Samuel L. Soto Giles / gi_les@hotmail.com
En el campo está el filón de oro de Tabasco, sólo falta que se le imprima un mayor impulso y se involucren en ello los jóvenes, señala el responsable del Programa de Reconversión Productiva, de la delegación de la Sagarpa en Tabasco, Miguel Hernández Hernández.
Observa que uno de los principales obstáculos para detonar la actividad agropecuaria es la edad avanzada de los campesinos, ya que las nuevas generaciones no están siendo atraídas hacia el campo, pese a que este sector representa una importante fuente de riqueza.
“Los jóvenes se están yendo a otros lados, es una dinámica que se ve en todas partes, pero el campo puede ser negocio, totalmente”, sostiene.
En entrevista con Clip / Reporte Semanal, Hernández Hernández destaca que en Tabasco el campo es negocio “pero se tiene que chambear, ya no se puede permitir que el productor salga de su casa a las seis de la mañana y se regrese antes del mediodía, cuando en la parte norte del país el productor sale a las siete de la mañana y está regresando a casa a las cinco de la tarde”.
Insiste en que también tiene que darse una revisión al manejo cultural.
“Estoy hablando por el productor, no por la actividad, porque va a llegar otro que le va a invertir y verá que es negocio”, puntualiza.
Ejemplifica:
“Nosotros estamos como el minero que en la cueva está picando duro con el zapapico y llega el momento que nos aburrimos porque quizá no le echamos todo el esfuerzo que se requería. Vendemos barata la mina y el que llega le mete tecnología y al ratito encuentra el filón de oro”, ilustra.
Con la experiencia de 15 años en esta institución federal reconoce que si las necesidades requieren de un dinero que no se tiene a la mano, con lo que se tenga se trabaje bien; y el productor que reciba el recurso que el recurso lo ejerza bien, “que el productor esté convencido de su actividad”.
Cita otro ejemplo que lamentablemente es muy recurrente en el campo tabasqueño: “Si alguien pide al gobierno un tractor y recibe como apoyo una parte del financiamiento, ¿qué pasa si al año ya lo está vendiendo y más barato? El gobierno pierde su esfuerzo y el productor también. En pocas palabras, que el productor no pida lo que no necesita”, insiste.
Aprovechar el potencial
El Programa de Sustentabilidad de los Recursos Naturales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) es uno de los que tiene el gobierno federal en concurrencia con el gobierno estatal y uno de sus componentes es el de Reconversión Productiva, que se enfoca a dos programas estratégicos: el de hule y el de palma de aceite.
Miguel Hernández indica que con ello se busca utilizar las áreas de bajo y muy bajo potencial, de las que el ganadero se queja que ya no le está entrando mucho dinero o algunas áreas que no están utilizando los productores.
“En el caso de la palma de aceite comenzamos en 1987. El programa del hule tiene más tiempo aunque con variedades de bajo potencial productivo y actualmente se han introducido mejores variedades validadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que las ha probado en la región para que les sea negocio al productor.
“En el caso de la palma de aceite a los tres años empieza a ensayar, a los cuatro o cinco el cultivo ya está produciendo. En el caso del hule su producción es un poco más tardado, porque es hasta los seis o siete años en que el productor empieza a cosechar”, expone.
Informa que en cuanto a hule en 2010 se establecieron 150 hectáreas y se le dio mantenimiento a 450 hectáreas que la Sagarpa apoyó en el año anterior. A este cultivo se le apoya con una parte del costo del paquete tecnológico, que en este año 2012 será del 30 por ciento para el establecimiento, y se le proporciona el mismo porcentaje para el mantenimiento por otros tres años.
“En lo que se refiere a la palma de aceite —agrega— en 2010 establecimos mil 440 hectáreas y le dimos mantenimiento a mil 151 hectáreas.
“La inversión en estos trabajos de reconversión productiva en 2010 fue de cinco millones 825 mil pesos”, resume.
En 2011 el establecimiento de hule fue de 150 mil hectáreas y se le dieron mantenimiento a 370 hectáreas; en el caso de la palma de aceite se establecieron 885 hectáreas y se le dio mantenimiento a las mil 151 hectáreas.
Contabiliza que el monto del apoyo en el 2011 en los dos cultivos fue de ocho millones 523 mil pesos.
El funcionario federal especifica que de palma de aceite se tienen establecidas al cierre de 2011 cuatro mil 354 hectáreas, con una producción anual de 32 mil 939 toneladas en beneficio de un padrón de 738 productores.
De hule, al cierre de 2011, se tienen cuatro mil 252 hectáreas y la producción fue de siete mil 544 toneladas y son 459 productores.
Miguel Hernández Hernández cita al gerente de la planta procesadora de la palma de aceite, Gustavo Ponce, para indicar la utilidad:
“Una hectárea de palma de aceite en plena etapa productiva va a requerir de una inversión anual de unos 12 mil pesos para mantenerla al cien por ciento, para que tenga un buen rendimiento, pero generará hasta 30 mil pesos.
Observa que uno de los principales obstáculos para detonar la actividad agropecuaria es la edad avanzada de los campesinos, ya que las nuevas generaciones no están siendo atraídas hacia el campo, pese a que este sector representa una importante fuente de riqueza.
“Los jóvenes se están yendo a otros lados, es una dinámica que se ve en todas partes, pero el campo puede ser negocio, totalmente”, sostiene.
En entrevista con Clip / Reporte Semanal, Hernández Hernández destaca que en Tabasco el campo es negocio “pero se tiene que chambear, ya no se puede permitir que el productor salga de su casa a las seis de la mañana y se regrese antes del mediodía, cuando en la parte norte del país el productor sale a las siete de la mañana y está regresando a casa a las cinco de la tarde”.
Insiste en que también tiene que darse una revisión al manejo cultural.
“Estoy hablando por el productor, no por la actividad, porque va a llegar otro que le va a invertir y verá que es negocio”, puntualiza.
Ejemplifica:
“Nosotros estamos como el minero que en la cueva está picando duro con el zapapico y llega el momento que nos aburrimos porque quizá no le echamos todo el esfuerzo que se requería. Vendemos barata la mina y el que llega le mete tecnología y al ratito encuentra el filón de oro”, ilustra.
Con la experiencia de 15 años en esta institución federal reconoce que si las necesidades requieren de un dinero que no se tiene a la mano, con lo que se tenga se trabaje bien; y el productor que reciba el recurso que el recurso lo ejerza bien, “que el productor esté convencido de su actividad”.
Cita otro ejemplo que lamentablemente es muy recurrente en el campo tabasqueño: “Si alguien pide al gobierno un tractor y recibe como apoyo una parte del financiamiento, ¿qué pasa si al año ya lo está vendiendo y más barato? El gobierno pierde su esfuerzo y el productor también. En pocas palabras, que el productor no pida lo que no necesita”, insiste.
Aprovechar el potencial
El Programa de Sustentabilidad de los Recursos Naturales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) es uno de los que tiene el gobierno federal en concurrencia con el gobierno estatal y uno de sus componentes es el de Reconversión Productiva, que se enfoca a dos programas estratégicos: el de hule y el de palma de aceite.
Miguel Hernández indica que con ello se busca utilizar las áreas de bajo y muy bajo potencial, de las que el ganadero se queja que ya no le está entrando mucho dinero o algunas áreas que no están utilizando los productores.
“En el caso de la palma de aceite comenzamos en 1987. El programa del hule tiene más tiempo aunque con variedades de bajo potencial productivo y actualmente se han introducido mejores variedades validadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que las ha probado en la región para que les sea negocio al productor.
“En el caso de la palma de aceite a los tres años empieza a ensayar, a los cuatro o cinco el cultivo ya está produciendo. En el caso del hule su producción es un poco más tardado, porque es hasta los seis o siete años en que el productor empieza a cosechar”, expone.
Informa que en cuanto a hule en 2010 se establecieron 150 hectáreas y se le dio mantenimiento a 450 hectáreas que la Sagarpa apoyó en el año anterior. A este cultivo se le apoya con una parte del costo del paquete tecnológico, que en este año 2012 será del 30 por ciento para el establecimiento, y se le proporciona el mismo porcentaje para el mantenimiento por otros tres años.
“En lo que se refiere a la palma de aceite —agrega— en 2010 establecimos mil 440 hectáreas y le dimos mantenimiento a mil 151 hectáreas.
“La inversión en estos trabajos de reconversión productiva en 2010 fue de cinco millones 825 mil pesos”, resume.
En 2011 el establecimiento de hule fue de 150 mil hectáreas y se le dieron mantenimiento a 370 hectáreas; en el caso de la palma de aceite se establecieron 885 hectáreas y se le dio mantenimiento a las mil 151 hectáreas.
Contabiliza que el monto del apoyo en el 2011 en los dos cultivos fue de ocho millones 523 mil pesos.
El funcionario federal especifica que de palma de aceite se tienen establecidas al cierre de 2011 cuatro mil 354 hectáreas, con una producción anual de 32 mil 939 toneladas en beneficio de un padrón de 738 productores.
De hule, al cierre de 2011, se tienen cuatro mil 252 hectáreas y la producción fue de siete mil 544 toneladas y son 459 productores.
Miguel Hernández Hernández cita al gerente de la planta procesadora de la palma de aceite, Gustavo Ponce, para indicar la utilidad:
“Una hectárea de palma de aceite en plena etapa productiva va a requerir de una inversión anual de unos 12 mil pesos para mantenerla al cien por ciento, para que tenga un buen rendimiento, pero generará hasta 30 mil pesos.
Productor más participativo
Entrevistado en las oficinas de la delegación de la Sagarpa, Miguel Hernández Hernández aclara que estos productores tienen acceso a otros programas de la Secretaría, como es el de apoyo a la infraestructura y equipamiento con el 40 y hasta un 70 por ciento del costo de la planta.
De esta manera el campesino tiene la oportunidad de no pagar toda la planta de su bolsa. “La Sagarpa apoya pero el productor le tiene que poner. La premisa que tiene el gobierno federal es que haya una participación y lo más real posible.
“Ya tenemos la experiencia de años pasados cuando le apoyábamos al productor en todo, con el cien por ciento del costo de la planta. Y como no le costaba, a veces ni siquiera sembraba y cuando sembraba el potencial de la planta ya no se aprovechaba de manera eficiente.
“Por esa razón hubieron cambios en las reglas de operación de la Sagarpa y ahora el productor tiene que participar poniéndole, también porque han visto que es negocio”, detalla.
Señala que con esos programas llevan una actividad rentable, que se vea desde el punto de vista de productividad.
“No le estamos llevando esfuerzo en el que pierda. Ése no es nuestro negocio como gobierno. Queremos que cada día el productor sea independiente y le damos las herramientas para ello”, apunta.
Reconoce que el crecimiento no ha sido de la manera tan acelerada como se quisiera, “no porque no haya dinero en la parte gubernamental sino que se tiene como cuello de botella la producción del material vegetativo”.
Y agrega: “Si el productor la tiene nosotros lo apoyamos. Este es uno de los problemas que tenemos tanto en palma de aceite como en hule”.
Para 2012, los esfuerzos tanto del gobierno federal como del estatal están encaminados para entrar de manera más fuerte y en contribuir al crecimiento. Este año se tiene programado establecer más de cinco mil hectáreas de palma de aceite y de hule.
“En el documento de los sistema-producto denominado plan rector tenemos un diagnóstico que establece que en hule deberíamos estar creciendo a un ritmo de mil hectáreas anuales, en palma de aceite un poco de más de mil, pero nos ha costado porque no ha habido el material suficiente, porque el injerto debe venir de jardines clonales autorizados y validados por el INIFAP”.
En la palma de aceite, detalla, la problemática es mayor porque toda la semilla que se utiliza es importada, pues no se tienen los materiales en el país. Se importa de algunos países de Centroamérica. Por lo regular de Costa Rica.
“Ese es el cuello de botella para crecer en el ritmo consignado en el plan rector. Por parte de la federación no ha quedado”, argumenta.
Cambio cultural
Ingeniero agrónomo de profesión, el titular del Programa de Reconversión Productiva de Sagarpa-Tabasco considera que los productores han hecho su esfuerzo, han ido cambiando de actitud, “anteriormente ahí dejaban la semilla y no le ponían toda la atención que se debía”.
Desde 2005 hubo cambios en la regla de operación y el productor empezó a invertirle a este cultivo. Con esta acción se garantiza que los campesinos le pongan mayor empeño en el proceso del cultivo. “En el momento en que ya hay una participación la cuidan, más cuando ya empieza a generar dinero”, comenta.
Miguel Hernández compara que con la palma de aceite y con el hule se reciben anualmente más utilidades que con la ganadería. Puntualiza que la ganancia tiene que ver con el tamaño de la unidad de producción para que sea negocio.
Ilustra que un productor con una hectárea tiene un estrecho margen de ganancias, aunque por lo regular no se dedica exclusivamente a la producción de estos cultivos, sino que también es ganadero o tiene otras siembras.
Dice que aunque al hule y a la palma de aceite los toman como una alternativa complementaria, cuando ven que de ahí se generan importantes ganancias los productores son más decididos.
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