martes, 13 de diciembre de 2011

Marcador electoral


Humberto Moreira renunció a la dirigencia nacional del PRI y se despidió tras una nutrida ovación del gremio priista, en reconocimiento a la labor que realizó, al ganar cinco elecciones durante su gestión. Esto suscitó una serie de análisis con los cuales se pretendió “ver” el trasfondo.

Que Felipe Calderón ganó esta jugada, porque logró lo que quería al orquestar la investigación por los dineros manejados en Coahuila. Que Enrique Peña Nieto presionó para que le quitaran piedras del zapato, camino a la Presidencia, etcétera.
Lo cierto es que Moreira sabe trabajar con el poder que mueve las piezas del tricolor. Tras bambalinas se maniobra mejor —mientras otro da la cara— para aplicarse como operador político y lograr la cereza del pastel: la Presidencia de la República; encomienda que no está sujeta a riesgos ni a manos inexpertas, ni se somete a errores tácticos.
Es una labor bien planificada que comenzó después del año 2000, en que el PRI advirtió que, después de todo, los votos ya no se consiguen con sus métodos tradicionales, de ahí que personajes de probada astucia idearon, al estilo Pinky y Cerebro, cómo conquistar a México.
El producto hoy lo tenemos. Una administración del Estado de México con un político al frente, que se antoja bordado a mano: Enrique Peña Nieto, de quien muchos dudan su autenticidad, critican su apariencia, sus depurados modales, su dirigida familia y se había mantenido incólume a los golpes mediáticos.
Su peor crítica: ser un político “plástico”, apegado a los guiones. Hoy le encontraron su talón de Aquiles. No es aficionado a la lectura, y si lo es padece de muy mala memoria, lo cual desató indignación, incredulidad y un escándalo nacional, aprovechado por los de oposición que juran y perjuran que acabaron con las aspiraciones del PRI. No es tan sencillo.
Esto trajo a colación pasajes insoslayables como que Andrés Manuel López, en 2006, se negó a contestar preguntas de primaria al payaso Brozo y no supo el contenido de un libro de su autoría frente a Carlos Loret de Mola, amén de los pasajes oscuros de sus apoyos a Padierna, Bejarano, et al.
De remate, Cordero critica cayendo en errores similares y se despedaza con Josefina Vázquez Mota frente al Congreso Federal; compiten en inconsistencias frente a SEDESOL. La pobreza sí le es útil a alguien en este país, después de todo.
Parece que esto aún no contagia a la elección local, pues el único que ha despepitado fuerte contra otros ha sido Evaristo Hernández, pero hasta eso, su afición pugilista tiene estilo propio. Los demás sólo han tirado pullitas.
La perspectiva de una Presidencia de la República inculta ya la tenemos. La clase política es producto de nuestro entorno nacional y el tiempo que falta para la contienda federal es suficiente para que enseñen más el cobre o se reivindiquen.
Antes que políticos son humanos como nosotros, y antes que ellos estamos nosotros; pero los mexicanos no debemos ceder a campañas distractoras. Si leen ellos o no, es lo de menos, somos nosotros los que debemos leer a conciencia sus proyectos para poder decidir correctamente.
La esperanza de muchos, irónicamente, está en quienes formarán sus gabinetes; tal vez eso evite que quien quede al frente del Ejecutivo federal, escenifique junto con su equipo “La escuelita” de Jorge Ortiz de Pinedo, que según resulte, podría montarse con todo y la maestra Canuta.

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