martes, 13 de diciembre de 2011

La cargada


Tan inseparable del instituto tricolor, que no puede pensarse en su regreso a Los Pinos sin su principal aliada, el más vigoro de sus sectores, su compañera de siempre desde los tiempos del partido único o casi único, hasta el resurgimiento del nuevo PRI.

Los principales actores priistas hacen como que no la conocen, pero muchos se deben a ella.
El precandidato presidencial Enrique Peña Nieto siempre ha aparecido en las fotografías a su lado.
Y está de regreso, vistiendo sus mejores galas, apareciendo en los principales eventos; sus imágenes engalanan las portadas de los principales diarios.
No, no es Angélica Rivera, La Gaviota. Tampoco es la maestra Elba Esther Gordillo. ¿Pues quién es? ¿De quién se trata? ¿Es mujer?
Les voy a dar unos tips, para que traten de adivinar de quién se trata.
Se le ha visto junto a Peña Nieto desde fines de 2004, cuando aspiraba a ser candidato a gobernador del Estado de México. Gracias a su ayuda, fue cancelada la elección interna programada para el último domingo de enero de 2005; algo similar a lo ocurrido este fin de 2011 para ungirlo abanderado presidencial.
El 23 de noviembre, Emilio Gamboa Patrón la invitó para que el sector popular del PRI se pronunciara —apenas 24 horas después de que Manlio Fabio Beltrones anunciara su declinación— por el mexiquense para que fuera el candidato de unidad del PRI a la Presidencia de México.
Un día después, no podía faltar —toda engalanada— en la Casa del Lago, por los rumbos de Los Pinos, y cerquita del Castillo de Chapultepec, donde Enrique Peña Nieto presentó su libro ‘México la gran esperanza: Un Estado eficaz para una democracia de resultados’.
Y cómo iba a perderse, el 27 de noviembre, el acto de registro de Peña Nieto como precandidato único a la Presidencia de la República, en la sede nacional del PRI.
También acudió al acto de asunción de la nueva dirigencia del sector popular del PRI en la capital mexicana, pues se requería su presencia ese 5 de diciembre para hacer el virtual destape de Beatriz Paredes Rangel como precandidata priista a la jefatura de Gobierno del DF.
Y animó a la tlaxcalteca para que declarara que su lanzamiento para ir a la recuperación del GDF, “es el rumor que se escucha en la ciudad y hay que escuchar el rumor de la ciudad”.
Si no ha acertado, se lo diré de una vez. Es la cargada. Para unos un fenómeno que expresa el entusiasmo y vigor priista; para otros, un viejo vicio que es síntoma de imposiciones, que personifica la antidemocracia.
Un reportaje de El Universal del 6 de diciembre dice que en el PRI las cargadas son parte definitoria de su actualidad.
La definen como un instrumento para generar efecto mediático que, si bien no repercuten en votos, sí inhibe la decisión libre en los procesos internos de selección.
Los analistas John Ackerman y Alberto Aziz advierten que el apoyo de gobernadores, alcaldes, legisladores y líderes de sectores y organizaciones al virtual candidato presidencial priista Enrique Peña refleja que “no existe un nuevo PRI”.
En contraste, Peña Nieto rechazó que existiera una cargada a su favor, y argumentó que era una “expresión legítima de respaldo. La cargada, es una expresión denostativa”.
Para Ackerman, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, “la cargada tiene como finalidad enviar a las fuerzas internas mensajes que den claridad sobre quién manda y quién obedece”.
Y para Aziz, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, lo que se vivió en el registro de Peña Nieto “es como volver al museo; fueron como escenas del pasado. El PRI que se dice nuevo está retratado de cuerpo completo, como el PRI de toda la vida: los viejos liderazgos” rindiendo su apoyo al mexiquense.
Y es tan efectiva en efectos mediáticos, que el PAN ya tiene su propia versión de cargada.
El politólogo de la UAM, Pablo Javier Becerra, afirma que las cargadas a favor del aspirante presidencial Ernesto Cordero buscan generar la percepción de que es un aspirante “más fuerte” de lo que en realidad es.
Cordero ha tenido actos masivos y con cargada, pues la gente no acude de manera espontánea.
Lorenzo Córdova, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, coincidió con Becerra en que la práctica de la cargada no garantiza triunfos, es parte de la “escenografía política”.
El día que proclamó a Peña Nieto como candidato presidencial de la CNOP, teniendo a su lado la infaltable cargada, Emilio Gamboa declaró: “Soplan vientos de renovación”.
Y lo bueno que en el PRI de Tabasco, según Selene Mollinedo, “no hay cargadas”.

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