Cruenta se volvió la crítica social sobre el tema “alarma social” que como iniciativa presentó el Ejecutivo local para controlar la información que circula en las redes sociales, en su afán de proteger la paz social; la pregunta que circula es: ¿hay paz social en Tabasco?
La respuesta es muy simple: No en la forma idónea que deberíamos, según establece la Carta Magna, cuando reza en el artículo 4, párrafo cuarto: “toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar”.
Ese medio ambiente adecuado, al que se supone tenemos derecho los mexicanos, se comprende como aquel esquema en donde vamos y venimos con total libertad para desarrollar nuestras actividades sociales, económicas, laborales, escolares, etc., sin ningún tipo de restricción.
Esto se coarta como garantía individual cuando empezamos a vivir con preocupación por las notas que a diario diseminan en los medios de comunicación, donde abundan escenas dantescas de cuerpos mutilados y las palabras “balaceras”, “comando armado”, encapuchados”, “cabezas cercenadas”, “Zetas”, “sicarios”, entre otras, son una constante; o sencillamente, nos vamos sumando a las víctimas de cualquier actividad criminal, sin protección alguna.
No somos libres para decidir y actuar con tranquilidad. Tan sólo circular en la ciudad implica temor hasta para tocar el claxon, mirar a la ventana de otros vehículos al paso y escuchar música de banda en un vehículo vecino; no es exageración, sabiendo que sólo somos números estadísticos para las autoridades.
Aún no estamos en las condiciones en que viven en Nuevo León, Coahuila, Sinaloa, Guerrero, Tamaulipas, entre otros; pero la mayoría de los tabasqueños sabemos que estamos en esa vía y nos acalambra la idea que escenas como la de los 52 muertos del Casino Royal la veamos por acá en un futuro no muy lejano. Tenemos miedo, es la verdad, y hasta ahora poco se ha hecho.
El gobierno ha externado preocupación por los temas. El crimen organizado ya está infiltrado en nuestro tejido social. Existen quienes le brindan amparo al ser una forma bastante lucrativa de salir de los problemas económicos, en contraste con la inefectividad que hay para detonar el desarrollo social.
La entidad es atractiva a ojos del mundo criminal; la derrama económica por el petróleo propicia los secuestros a petroleros y personal de las empresas que le brindan servicios; los empresarios también son plagiados a diario; ni la clase media se salva, pues ahora por unos miles de pesos te levantan. Pareciera que la clase alta y la política se exenta, pues según se eleva el rango social se eficientiza la persecución del delito. No todos tienen tanta suerte.
¿Que emprendieron acciones para contrarrestar la actividad criminal en la entidad? Eso se escucha, pero sólo vemos los famosos retenes diseminados por nuestras calles en forma esporádica. La gente se pregunta a diario: ¿Es suficiente para volver a vivir en paz? La respuesta es NO.
Hablando con honestidad, necesitamos que alguien se OCUPE de hacer eficiente el rubro “SEGURIDAD PUBLICA” y cuando volvamos a respirar con paz en la sociedad, entonces podrán emprenderla contra aquéllos que la puedan afrentar. Primero, lo primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario