Nuestro país está conformado por un mosaico cultural muy diverso, somos una nación que surge de la conjunción de etnias con raíces muy diversas y que manifestaron a lo largo y ancho del territorio nacional sus distintas expresiones culturales...
Somos además producto del mestizaje de esas etnias con los conquistadores ibéricos y al que, con el paso de los años, se le ha sumado la migración de otras culturas de muchas partes del mundo que se han integrado a la sociedad y le han aportado en mayor o menor medida una parte de su bagaje y sus tradiciones.
México no es un país que segregue a quienes deciden asentarse en su territorio; al contrario, nuestra cultura nos ha hecho ser una sociedad con la capacidad de integrar todos esos grupos para enriquecer nuestra identidad como nación.
En la política hemos actuado de igual manera en muchas ocasiones, ejemplos los hay a lo largo de nuestra historia. La aportación de diferentes formas de pensar y de distintas perspectivas en torno a los asuntos públicos no necesariamente han sido motivo de ruptura. Lógico es que también ha habido diferencias imposibles de salvar, pero es una condición del ser humano, no es posible siempre superar nuestras divergencias.
Es ahí en donde está el sentido del quehacer político, aglutinar y sumar a todos alrededor de un proyecto común. Saber escuchar y conjugar diversas opiniones y consensuar aquellas que sirvan para alcanzar un mismo objetivo.
En los días recientes se han hecho escuchar diferentes corrientes que convergen bajo las siglas de un mismo partido, el PRI. Son expresiones que quizá pudieran ser consideradas como distintas unas con otras en cuanto a la forma de actuar en política, sobre todo en momentos cruciales, como los que se viven actualmente.
Pero ello es entendible en el contexto de los procesos que se avecinan y que motivan a los actores políticos a incrementar su presencia ante los militantes y el electorado en general. Son voces que tienden a hacerse escuchar pero que no deben interpretarse como escisiones dentro del partido.
Al interior del nuestra organización conviven diferentes formas de pensar, opiniones y puntos de vista distintos en torno al quehacer público, esto es normal en un partido incluyente. Si todos pensáramos igual, no avanzaríamos. Un partido que no discute, que no debate, está condenado al inmovilismo y por ende a su desaparición.
En diversos foros hemos expresado que en nuestro organismo político debemos nutrirnos con esas diferencias, debemos aglutinar esas ideas y estructurar una misma propuesta, debemos incluir a todos en un partido que fue concebido hace 82 años así, como una amalgama de corrientes, pero con un mismo ideal: el bienestar social.
Es importante dejar en claro que el PRI no es propiedad de ningún grupo o corriente. Es el partido de todos los que han querido sumarse a él, con mayor o menor militancia, con más carrera unos que otros, de quienes se han adherido recientemente y de todos los que se identifican con nuestras siglas.
Por ello, una premisa fundamental para que las diferencias puedan ser escuchadas y atendidas es que no se fomente la división, que se pondere siempre la unidad. Somos los militantes quienes debemos cuidar esa unidad, quienes con cargo de dirigencia o no debemos hacer lo que sea necesario para fortalecernos y consolidarnos.
El principal llamado que en estos momentos se ha hecho ha sido el de la unidad; más allá de proyectos personales y de aspiraciones políticas, el PRI requiere primero unidad. Esa es la condición principal para encauzar el trabajo que se ha emprendido y que aplica no solamente a una organización política como la nuestra.
La unidad de nuestra sociedad debe ser de igual forma un ideal buscado y alcanzado por todos, porque antes que lo individual está lo general que es Tabasco, si aprendemos a dirimir en el diálogo nuestras diferencias, podremos avanzar de manera más expedita en la solución de nuestros problemas. Vale la pena reflexionar en ello, pero vale más la pena esforzarnos por lograrlo.
México no es un país que segregue a quienes deciden asentarse en su territorio; al contrario, nuestra cultura nos ha hecho ser una sociedad con la capacidad de integrar todos esos grupos para enriquecer nuestra identidad como nación.
En la política hemos actuado de igual manera en muchas ocasiones, ejemplos los hay a lo largo de nuestra historia. La aportación de diferentes formas de pensar y de distintas perspectivas en torno a los asuntos públicos no necesariamente han sido motivo de ruptura. Lógico es que también ha habido diferencias imposibles de salvar, pero es una condición del ser humano, no es posible siempre superar nuestras divergencias.
Es ahí en donde está el sentido del quehacer político, aglutinar y sumar a todos alrededor de un proyecto común. Saber escuchar y conjugar diversas opiniones y consensuar aquellas que sirvan para alcanzar un mismo objetivo.
En los días recientes se han hecho escuchar diferentes corrientes que convergen bajo las siglas de un mismo partido, el PRI. Son expresiones que quizá pudieran ser consideradas como distintas unas con otras en cuanto a la forma de actuar en política, sobre todo en momentos cruciales, como los que se viven actualmente.
Pero ello es entendible en el contexto de los procesos que se avecinan y que motivan a los actores políticos a incrementar su presencia ante los militantes y el electorado en general. Son voces que tienden a hacerse escuchar pero que no deben interpretarse como escisiones dentro del partido.
Al interior del nuestra organización conviven diferentes formas de pensar, opiniones y puntos de vista distintos en torno al quehacer público, esto es normal en un partido incluyente. Si todos pensáramos igual, no avanzaríamos. Un partido que no discute, que no debate, está condenado al inmovilismo y por ende a su desaparición.
En diversos foros hemos expresado que en nuestro organismo político debemos nutrirnos con esas diferencias, debemos aglutinar esas ideas y estructurar una misma propuesta, debemos incluir a todos en un partido que fue concebido hace 82 años así, como una amalgama de corrientes, pero con un mismo ideal: el bienestar social.
Es importante dejar en claro que el PRI no es propiedad de ningún grupo o corriente. Es el partido de todos los que han querido sumarse a él, con mayor o menor militancia, con más carrera unos que otros, de quienes se han adherido recientemente y de todos los que se identifican con nuestras siglas.
Por ello, una premisa fundamental para que las diferencias puedan ser escuchadas y atendidas es que no se fomente la división, que se pondere siempre la unidad. Somos los militantes quienes debemos cuidar esa unidad, quienes con cargo de dirigencia o no debemos hacer lo que sea necesario para fortalecernos y consolidarnos.
El principal llamado que en estos momentos se ha hecho ha sido el de la unidad; más allá de proyectos personales y de aspiraciones políticas, el PRI requiere primero unidad. Esa es la condición principal para encauzar el trabajo que se ha emprendido y que aplica no solamente a una organización política como la nuestra.
La unidad de nuestra sociedad debe ser de igual forma un ideal buscado y alcanzado por todos, porque antes que lo individual está lo general que es Tabasco, si aprendemos a dirimir en el diálogo nuestras diferencias, podremos avanzar de manera más expedita en la solución de nuestros problemas. Vale la pena reflexionar en ello, pero vale más la pena esforzarnos por lograrlo.
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