“Si una madre puede matar a su propio hijo en su propio cuerpo, ¡qué razón hay para que no nos matemos unos a otros!”.
Madre Teresa.
La vida es el derecho humano más precioso. A nivel internacional, federal y local se defiende por diversas instituciones, por eso el homicidio es la primer conducta típica que prevé y sanciona el Código Penal del fuero común y el federal.
El artículo 110 del Código Penal de Tabasco tipifica como homicidio a quien prive de la vida a otro; dicha conducta se agrava, es decir, se incrementa su penalidad básica, cuando el injusto lo cometa alguien que quebrante la fe o seguridad del pasivo, por el vinculo de parentesco que tenían, por ejemplo, entre hermanos, cónyuge, concubina, hijos biológicos o adoptivos, etc.
Las autoridades mexicanas entienden y admiten que dicho concepto sólo se surte a partir de que nace el producto; antes de ello, no es homicidio, y se hace una subdivisión del status de vida, incongruente con la hipótesis que prevé el aborto, que reza: “Es la muerte del producto de la concepción, por actos ejecutados en cualquier momento del embarazo”.
Se subdivide a la vida humana en dos clases: la que tiene valor y la que no es tan importante, como así se deduce al saber que el homicidio se sanciona de 8 a 20 años de prisión cuando se comete de manera simple intencional, e incrementa de 20 a 50 años de prisión cuando convergen agravantes en su concreción; pero el delito de aborto se sanciona de tres a seis años de prisión y a la mujer que se lo practica apenas de seis meses a tres años de prisión.
La mujer que suprime la vida de un bebe nacido puede recibir hasta 50 años de prisión, según la saña y la forma en que ejecute dicho crimen, porque ella es la persona que por cuestión natural y hasta moral es la primer obligada a procurar las medidas de cuidado para procurar el bienestar de su menor hijo, por el vinculo de parentesco; esa misma mujer alcanza apenas hasta 3 años de prisión, si la supresión de la vida de su hijo la orquesta cuando aun está en su vientre.
Vida es vida, a partir de su concepción, más allá de que en el vientre de la madre se le considere producto y fuera de la madre sea el “otro”; antes o después de nacer, el individuo merece que se implementen los cuidados necesarios para procurar su sano desarrollo, por eso no se debe permitir que absolutamente nadie tenga la capacidad de dispensar el derecho más fundamental de todo humano: vivir.
Así como no permitimos que entre nosotros asesinemos a nuestros semejantes, menos debemos permitir que las mujeres adopten decisiones sobre la vida de sus propios hijos no natos, que en su vientre esperan confiados a que el milagro de la vida siga su cauce hasta llegar a este mundo, de repente tan desprovisto de valores.
No bajo los argumentos feministas y excesivos que ahora circulan a favor del aborto. Todas la mujeres tenemos derechos sobre nuestro cuerpo y muchas libertades, incluida la sexual; pero la misma debe ejercerse con responsabilidad, a fin de no convertirlo en libertinaje y crimen, cuando en ello va de por medio la supresión de la vida de un ser humano sobre la cual no tenemos derecho.
¡DIGAMOS NO AL ABORTO, SI A LA VIDA Y A UNA SOCIEDAD RESPONSABLE! Las campañas de educación sexual brindan conciencia que el uso adecuado de métodos anticonceptivos procura una vida sana y de conciencias tranquilas; evitemos embarazos no deseados y contagios de enfermedades de transmisión sexual. Tanto por tan poco precio.
Las autoridades mexicanas entienden y admiten que dicho concepto sólo se surte a partir de que nace el producto; antes de ello, no es homicidio, y se hace una subdivisión del status de vida, incongruente con la hipótesis que prevé el aborto, que reza: “Es la muerte del producto de la concepción, por actos ejecutados en cualquier momento del embarazo”.
Se subdivide a la vida humana en dos clases: la que tiene valor y la que no es tan importante, como así se deduce al saber que el homicidio se sanciona de 8 a 20 años de prisión cuando se comete de manera simple intencional, e incrementa de 20 a 50 años de prisión cuando convergen agravantes en su concreción; pero el delito de aborto se sanciona de tres a seis años de prisión y a la mujer que se lo practica apenas de seis meses a tres años de prisión.
La mujer que suprime la vida de un bebe nacido puede recibir hasta 50 años de prisión, según la saña y la forma en que ejecute dicho crimen, porque ella es la persona que por cuestión natural y hasta moral es la primer obligada a procurar las medidas de cuidado para procurar el bienestar de su menor hijo, por el vinculo de parentesco; esa misma mujer alcanza apenas hasta 3 años de prisión, si la supresión de la vida de su hijo la orquesta cuando aun está en su vientre.
Vida es vida, a partir de su concepción, más allá de que en el vientre de la madre se le considere producto y fuera de la madre sea el “otro”; antes o después de nacer, el individuo merece que se implementen los cuidados necesarios para procurar su sano desarrollo, por eso no se debe permitir que absolutamente nadie tenga la capacidad de dispensar el derecho más fundamental de todo humano: vivir.
Así como no permitimos que entre nosotros asesinemos a nuestros semejantes, menos debemos permitir que las mujeres adopten decisiones sobre la vida de sus propios hijos no natos, que en su vientre esperan confiados a que el milagro de la vida siga su cauce hasta llegar a este mundo, de repente tan desprovisto de valores.
No bajo los argumentos feministas y excesivos que ahora circulan a favor del aborto. Todas la mujeres tenemos derechos sobre nuestro cuerpo y muchas libertades, incluida la sexual; pero la misma debe ejercerse con responsabilidad, a fin de no convertirlo en libertinaje y crimen, cuando en ello va de por medio la supresión de la vida de un ser humano sobre la cual no tenemos derecho.
¡DIGAMOS NO AL ABORTO, SI A LA VIDA Y A UNA SOCIEDAD RESPONSABLE! Las campañas de educación sexual brindan conciencia que el uso adecuado de métodos anticonceptivos procura una vida sana y de conciencias tranquilas; evitemos embarazos no deseados y contagios de enfermedades de transmisión sexual. Tanto por tan poco precio.
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