martes, 19 de marzo de 2013

Viacrucis de indígenas tabasqueños


Tanto chontales como choles, tzeltales, nahuatlacas, tzotziles, zoques y ayapanecos asentados en la entidad subsisten en condiciones poco favorables para su verdadero desarrollo, similares a las que prevalecían antes de la Revolución 

Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com


Las condiciones de injusticia, opresión, discriminación, miseria y marginalidad que sufrían los grupos indígenas antes de la Revolución, persisten aún en la actualidad en la mayor parte del país y Tabasco no es ajeno a esa situación, pues tanto chontales como choles, tzeltales, nahuatlacas, tzotziles, zoques y ayapanecos asentados en la entidad subsisten en condiciones poco favorables para su verdadero desarrollo.
Una de los principales factores que ha propiciado esa situación es el nivel de alfabetismo, mismo que tan sólo en medio siglo —entre 1960 y 2010— en vez de disminuir se incrementó de 66 por ciento a 87 por ciento, mostrando con ello un retraso de casi 30 años con respecto al estado y país en general, según el estudio Los indígenas de Tabasco, de la actuaria por la UNAM, Ernestina Zamarripa González.
Basta una visita por las comunidades para confirmarlo. Los municipios en donde se ubica el mayor número de población indígena analfabeta son Tenosique, Nacajuca y Centla, que corresponden a los hablantes de tzeltal (48 por ciento), chontal (29 por ciento) y chol (28 por ciento).
Según el más reciente censo de población, en Tabasco existen cerca de 68 mil personas mayores de cinco años que hablan alguna lengua indígena, lo que representa alrededor del tres por ciento de la población estatal. Para nadie es un secreto que la mayoría vive precariamente.
Para el sociólogo por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), Enrique Pino Pérez, los censos de población en México sólo han incluido de manera constante la variable de lenguaje para definir a los indígenas, “por lo que eso resulta insuficiente para dar cifras reales de su situación y no aportan datos suficientemente buenos para dar idea del comportamiento de los fenómenos característicos de la población indígena”.
Al revisar las cifras de habitantes de lengua indígena en Tabasco a lo largo de los últimos 50 años, se observa que en algunos municipios con presencia de grupos étnicos se redujo notablemente el porcentaje de esta población, señala el estudioso.
Por ejemplo, en Nacajuca, donde la tercera parte de su población era indígena en 1960, bajó a 21 por ciento en el 2010. En ese mismo periodo, Macuspana pasó de 11 por ciento a seis por ciento, y Centla de 23 por ciento a seis por ciento, mientras que las localidades que aumentaron su presencia fueron Centro, que pasó de 3.7 por ciento a 4.1 por ciento; Tacotalpa, de 17 a 20, y Tenosique al pasar de sólo 0.1 por ciento a 6.2 por ciento.

MITAD DE INDÍGENAS LABORA EN CAMPO
De acuerdo a datos del INEGI, las lenguas indígenas más habladas en Tabasco en el 2009 fueron el chontal de Tabasco (62 por ciento, hablado primordialmente en Nacajuca, Centla y Centro), y el chol (16 por ciento, hablado sobre todo en Tacotalpa, Macuspana, Tenosique y Centro). 
De forma minoritaria se usan el tzeltal (tres por ciento en Tenosique y Centro), maya (dos por ciento, en Centro, Cárdenas y Huimanguillo), náhuatl (1.8%, en Centro, Comalcalco y Cárdenas), zapoteco (1.8%, en Centro y Cárdenas), tzotzil (1.5% en Centro, Tacotalpa y Huimanguillo), y zoque (1.0%, en Centro, Huimanguillo y Tacotalpa).
En materia laboral, el estudio Los indígenas en Tabasco señala que un 56 por ciento de las personas que pertenecen a cualquier grupo étnico asentado en territorio estatal trabaja en el sector primario; un 28 por ciento, en el secundario, y apenas 12 por ciento en el terciario, lo cual no le permite acceder a mejores condiciones económicas.
Así pues, la mayor parte de los indígenas vive y trabaja en el campo, mismo que como es sabido, además de los problemas de apoyos y subsidios gubernamentales, ha padecido la voraz actividad petrolera que ha mermado y contaminado las tierras de cultivo de esos grupos poblacionales.

Y GANAN MENOS DEL SALARIO MÍNIMO
Otra dato duro del estudio es que, en promedio, más de 50 por ciento de los grupos indígenas viven con menos de un salario mínimo al día o ninguna remuneración económica. El caso extremo es el grupo chol, cuyas tres cuartas partes de su población presentó esa situación, seguido de los tzeltales, pues un 30 por ciento no percibe salario y 35 por ciento sobrevive con menos de un salario mínimo.
Tan sólo entre 1990 y 2000, el porcentaje de indígenas de Tabasco que recibieron menos de un salario mínimo o ninguno, pasó de 54 a 57, por lo que su situación pareció empeorar en comparación con las condiciones que se registraron en todo el país en ese periodo, apunta Pino Pérez.

UN ROSARIO DE NECESIDADES Y CARENCIAS
Basilio Díaz Gómez, delegado municipal de la comunidad Chivalito —comunidad chol asentada en Macuspana— señala que las necesidades son muchas en materia de empleo, educación, salud, infraestructura, seguridad y desarrollo agropecuario, pero también indica que si se van a tomar decisiones a su favor, “que sean consensuadas con los habitantes para no crear leyes desde el escritorio sino desde las comunidades y sepan nuestra verdaderas necesidades”.
Para nadie es un secreto que en Tabasco se requieren médicos permanentes en los centros de salud, drenaje, desayunos escolares y maestros bilingües, así como infraestructura carretera que les facilite el acceso a las cabeceras municipales, pero sobre todo apoyo en contra de empresas que llegan a sus comunidades a extraer la riqueza natural, mientras que los habitantes siguen viviendo en la marginación y pobreza extrema.
DEBE APOYARSE PRESERVACIÓN LINGÜÍSTICA
La forma de expresarse en un lenguaje refleja cuáles han sido las prioridades en la vida de sus antiguos usuarios, como la importancia de la agricultura, de los cambios climatológicos, de los valores familiares, de la naturaleza circundante. 
Cuando un idioma ha sobrevivido durante varios siglos, recupera parte de la filosofía que un grupo se formó de la existencia, de ahí la importancia de estar conscientes de que nuestra cultura actual está influenciada en forma directa por este pasado y se reconoce no sólo en nuestro vocabulario, sino en nuestra idiosincrasia particular.
Por ello, es trascendente conocer nuestras raíces, las dificultades que nuestros ancestros han vivido y los errores que han cometido; sólo conociéndolos podemos cambiar nuestro presente para procurarnos un mejor futuro. 
Aunque los indígenas sufren graves desventajas económicas, educativas y sociales, como la disminución de quienes hablan una lengua indígena y el riesgo de perder conocimientos antiguos lentamente acumulados a lo largo de siglos que hoy nos resultarían provechosos, aún queda un atisbo de esperanza.
La preservación lingüística debe ser un proceso natural, no impuesto. Por tanto, es necesario que gobierno y comunidades indígenas, de común acuerdo, implementen programas que posibiliten el desarrollo de los hablantes y el mantenimiento de su cultura, sobre todo porque las presiones socioeconómicas sobre los indígenas los ha impulsado al aprendizaje del español, y este bilingüismo a través de las distintas generaciones, ha provocado que, de forma gradual, pierdan la lengua indígena. 
En ese proceso, sus condiciones económicas no han mejorado, pues los fallidos planes de explotación de sus riquezas carecieron de conocimiento regional, reformulación oportuna para mantener los planes económicoa, sociales y medioambientales en el largo plazo, y consenso entre los principales afectados.

TOMAN MEDIDAS SIN OPINIÓN INDÍGENA
Es evidente que las medidas tomadas sin considerar el conocimiento o la opinión indígena, han tenido poco éxito, y la mayor parte de las veces han resultado en francos choques. La posibilidad de que los indígenas sean beneficiados por los proyectos —flexibles y a largo plazo— crece cuando son comprometidos en su ejecución y en su planeación sólidamente informada. 
El objetivo final es mejorar las condiciones educativas, sociales, políticas y económicas de los indígenas. Sin embargo, los cambios que experimentamos al insertarnos en un mundo unido por los medios de comunicación empujan a una uniformidad mundial que elimina costumbres, que desdibuja el pasado que nos formó, que impone rapidez confundiéndola con eficiencia, y que nos adentra en un mundo de comodidades que con frecuencia acentúa las desigualdades.
Es importante entonces analizar ambientes como el de indígenas tabasqueños para comprender las consecuencias de implantar nuevos elementos ajenos a la cotidianeidad, por lo que al entender sus orígenes y efectos, estaremos preparados para conservar en el futuro lo mejor de dos mundos: el global y el local.  


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